Tremebundo
Lo cierto de lo
incierto es que nadie sabe la verdad,
si lo cierto
está cebado de bueno,
o lo incierto mana
maldad,
y la verdad
retumba como obsceno.
Cabalgando a
los lomos de la desesperanza,
y con el
relinchar de harta inestabilidad,
una lanza
envenenada hincada en la confianza,
una herida de
muerte que sangra perplejidad.
¡Oh! Vientos de
mal agüero,
brozas de
llanto a toda velocidad,
revientan en
los oídos con un me muero,
como engendro
de mala ferocidad.
Tempestades de
cambios inexorables,
que arrugan el
tiempo y libertad,
hay que seguir
retorciéndose infatigables,
sin despegarse
de las cadenas de la bondad.
Reflejos que
deslumbran un destino,
esparcido por
el horizonte de la mar,
mira y remira
la búsqueda de lo divino,
jamás sin dejar
de remar.
Sabedores que
nada perdura en los tiempos,
sacúdete las
ascuas de la incertidumbre,
que vuelen
lejos los malditos contratiempos,
y se pose el
buen hacer en lo alto de la cumbre.
Qué tiemble el
recelo,
qué tiemble la hostilidad,
qué tiemble el
anhelo,
qué nos tiemble
el gaznate de felicidad.
José Ángel Castro Nogales ©
01/10/2022
Comentarios
Publicar un comentario